De la dictadura del texto escrito y los festivales de Navidad

Examen: m. Prueba que se hace de la idoneidad de una persona para el ejercicio y profesión de una facultad, oficio o ministerio, o para comprobar o demostrar el aprovechamiento en los estudios.

Fijaos. Pérez Reverte y sus secuaces de la RAE, en posesión de la verdad absoluta en materia lingüística, como todos sabemos, no relaciona examen con texto escrito. Esto ya debería bastar para hacernos sospechar que los exámenes y los ejercicios no tienen porqué ser textos escritos. 

Pero vayamos más allá; demos voz a la experiencia. Seguro que todos vosotros, lectores acérrimos de este blog, alguna vez os habéis cruzado con algunos de esos personajes que se hacen llamar músicos o directores de cine o pintores o artistas, en definitiva. Es posible que en algún caso sean brillantes y todo, o al menos tengan un cierto reconocimiento social. O que sean felices haciendo lo que hacen. Y es posible que recuerden que en su colegio o instituto jamás hayan compuesto una canción, grabado un vídeo o pintado un cuadro.

Pues bien, hace unos días, un buen amigo me mostraba el vídeo del festival de su instituto, en el cual unos alumnos interpretaban canciones de manera brillante, pues eran músicos. Jóvenes, sí, pero claramente músicos. Otros alumnos recitaban poemas de manera magistral, pues eran rapsodas. Jóvenes, sí, pero claramente rapsodas.

Qué bien y qué mal, pensé para mis adentros mientras daba los últimos sorbos a mi smoothie detox al son de Fito y Sabina. Bien porque esos chavales tenían la oportunidad de expresar lo que llevaban dentro de un modo diferente al habitual: cantando, tocando, recitando, siendo creativos. Y qué mal porque eso que vi en ese vídeo es, por DESGRACIA, la excepción que confirma la regla. Normalmente se pide a los alumnos que escriban. Y sí, son jóvenes, pero no todos son escritores. ¡Faltaría más!

Señores (omitimos a las señoras por pura prescripción del propio Pérez Reverte), en nuestras aulas hay ARTISTAS a los que, por ignorancia, tratamos de silenciar con verbos en pasado perfecto, complementos directos e integrales. 

Démosles voz, aprendamos de ellos mientras les acompañamos en su viaje para encontrarse a sí mismos, para llegar a ser lo que realmente son, que eso es lo que les llenará y porque eso es de lo que va la vida. Todo esto no va de números asépticos, ni de exámenes parciales, de evaluación, recuperaciones o boletines de notas. Esto va de personas que deben ser felices en un mundo hostil en el que los números vacíos y el texto escrito han consolidado un sistema dictatorial en la educación y, me atrevería a decir, en la sociedad. Romped las cadenas, levantaos y ayudad a vuestros alumnos, que eso es ser profesor. Felices fiestas.

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