El ser humano es un ser social por naturaleza. O eso dicen los libros de Ética y los especialistas que los escriben y de los cuales solemos fiarnos. Tanto es así, que para cada uno de nosotros, por sí mismo, habría sido realmente difícil sobrevivir sin la ayuda de los demás. Por ejemplo, sin padres (o sin alguien que ejerza ese papel) sería muy complicado nutrirnos de manera adecuada cuando somos bebés; sin educación o leyes, sería muy complicado vivir en sociedad.
Como un violinista en el tejado
La pasada semana, llegué a una conclusión: a pesar de que sus hijos los odian, muchas familias adoran los exámenes y las notas numéricas.