Estamos en el año 2019 después de Jesucristo. Toda la España docente está ocupada por profesores tradicionales… ¿Toda? ¡No! Una aldea poblada por irreductibles galos que se hacen llamar JustKeynote and friends resiste, todavía y como siempre, al invasor. Y la vida no es fácil para las guarniciones de legionarios tradicionales en los reducidos campamentos de infantil, primaria, secundaria o bachillerato.
Pues sí, señoras y señores, qué mejor manera de empezar un artículos sobre JustEDU que con una alusión a los cómics de Astérix. Y es que, tras un mes duro para los docentes, plagado de burocracia y obligaciones varias, los “locos” (así se refieren muchas veces ellos a sí mismos) de JustKeynote han organizado un pedazo de evento que ha servido de arenga a las masas de docentes que quieren cambiar las cosas. ¡Qué esperanzador resulta el hecho de que se vendieran todas las entradas para el evento en tan sólo tres horas!
Este fin de semana de aprender y compartir experiencias con educadores venidos de toda España me ha recordado mucho al momento en el que el Reino Unido sentía que la derrota estaba cerca durante la II Guerra Mundial. Cuando todo parecía perdido, Winston Churchill dijo aquello de “llegaremos hasta el final. Lucharemos en Francia, lucharemos en los mares y océanos, lucharemos con creciente confianza y creciente fuerza en el aire, defenderemos nuestra isla, cualquiera que sea el costo, lucharemos en las playas, lucharemos en las pistas de aterrizaje, lucharemos en los campos y en las calles, lucharemos en las colinas, ¡nunca nos rendiremos!”. Pues este es el mensaje que me llevo tras tener la inmensa suerte de escuchar y participar de los talleres de profesores y personas increíbles.
Habiendo visto a todos esos locos de la educación, a los que quieren “empezar la casa por el tejado”, y ya en el tren de vuelta a casa, no veo el momento de que llegue el lunes para poder seguir “luchando” con el fin de lograr cambiar la educación y de sumarme a un huracán que ha tomado más fuerza que nunca tras JustEDU. Y, por supuesto, e inevitablemente, no puedo acabar sin dirigir una Última palabra de corazón a los talleristas y a los organizadores: GRACIAS.